Tiempo de agua (Temps d´aigua, 2009)
Esperant l´aigua (2013- ...)
El cine procesual se produce
en la articulación, la composición y el montaje de los procesos fílmicos con
otros procesos sociales y de conocimiento.
En tanto que dispositivo de investigación sobre los
propios procesos fílmicos y sobre las posibilidades y transformaciones del
medio, el cine procesual es un cine-ensayo. Esta reflexión del medio sobre sí
se articula, sin embargo, con otros procesos de investigación en campos
heterogéneos; pero no lo hace utilizando el cinematógrafo como una herramienta
externa a esos campos diversos (con un papel de ilustración o representación
audiovisual que opera desde el exterior de los mismos) sino que se articula con
ellos desde el interior de estos otros procesos de investigación, componiéndose
directamente con sus formas y procedimientos en tanto que dispositivo incorporado
de escritura, de pensamiento y de expresión.
El cine procesual es un cine-escritura, un
instrumento de conocimiento que investiga sobre los modos de transmisión
audiovisual que es capaz de aportar el medio fílmico en procesos cognitivos
diversos y transformaciones sociales en curso, actuando desde el interior de
los mismos como un operador de problematizaciones, de puestas en cuestión y en
común, de análisis y reflexión colectivas.
El cine procesual no practica, entonces, tanto una
“puesta en escena” como una puesta en
relación fílmica. “Una imagen nunca está sola, lo que importa es la
relación entre imágenes”, decía Deleuze. Proceso relacional, proceso de puesta
en relación y de composición múltiple de procesos, el cine procesual está
inmerso en un trabajo compositivo de la propia imagen como proceso y no ya como objeto (publicitario, de consumo,
de espectáculo o de entretenimiento). Presencias temporales extendidas y
procesos experimentales abiertos, cada objeto-película de cine procesual es una
parte más de esta conjugación múltiple de procesos y no su objetivo único, y
cuestiona en la práctica la noción misma de “película” y sus formas
convencionales de existencia.
El cine
procesual aborda de este modo la transformación del dispositivo fílmico en su
conjunto (las formas narrativas y visuales tanto como las estrategias de
producción y distribución, los medios y circuitos de acceso y de recepción
tanto como las formas sociales de uso) en función de los procesos sociales y de
conocimiento con los que se compone. Es
importante aclarar, sin embargo, que no estamos hablando aquí de ninguna metodología (sea de “cine sin autor”, de “cine colectivo” o de “cine
participativo”). Hay que distinguir en cada caso procesos y procedimientos. En
el cine procesual, son los procesos los que determinan los procedimientos, y no
a la inversa.
No
un cine hecho sobre tal o cual
comunidad (cultural, de práctica o de investigación) sino con ella, desde y a partir de una comunidad cualquiera. Ese
es el planteamiento del cine procesual: colaborar con medios fílmicos y en el
seno de una comunidad concreta en la problematización y el esclarecimiento de
las situaciones, en el desarrollo propio de sus procesos y sus
transformaciones.
¿Cómo trabajar las imágenes en tanto que procesos y no ya como objetos?
Esa es la pregunta fundamental que abre el cine procesual, pregunta que hay que
formular y responder en cada caso con imágenes concretas y con procesos
compositivos reales.
Publicado también en Políticas de la luz
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[1]
Gilles Deleuze, L´Epuisé,
citado por Miguel Morey en “Hablar y ver”, VV.AA, El arte en cuestión, Edición a cargo de Álvaro de los Ángeles,
Diputación de Valencia-Sala Parpalló, Valencia, 2010, p 219.