La revista Goitibera
Aldizkaria me pidió una entrevista para su nueva publicación, dentro de un dossier elaborado por Iker Fidalgo. Este es resultado:
¿Cómo se conforma el proyecto “cine abierto”?
Este proyecto nace de mi
reflexión sobre el cine a partir de mi práctica docente y de cineasta. Siempre he trabajado en los márgenes de la
industria y en abierta oposición a sus cánones mercantiles y espectaculares,
pero además he podido ir constatando de
manera cada vez más evidente que la propia industria se encuentra en un
callejón sin salida productivo, y que el cine ha cambiado completamente de
naturaleza a partir de Internet y las tecnologías digitales. El ámbito “profesional” del cine
hace tiempo que ni produce buen cine ni es viable como industria. Todo lo
verdaderamente creativo se sitúa en los márgenes de la industria y se difunde
por canales alternativos. El cine como acto de creación real solamente se
produce y tiene salida en circuitos no convencionales. A partir de esta
constatación, Cine Abierto se plantea como un proyecto colectivo en el que
queremos reflexionar sobre este hecho a partir de prácticas pedagógicas de
reflexión que deriven en producciones audiovisuales, así como en la articulación
de nuevos nodos de difusión. De este modo, articulando pedagogía, producción y
circulación, apostamos por ir abriendo
estas nuevas prácticas fílmicas a nuevos sectores de población que normalmente
no tienen contacto con el trabajo fílmico o artístico.
¿Cómo vinculas la producción artística y documental con la función
pedagógica que pretendéis realizar?
Para mí, toda la práctica
artística y la producción audiovisual en general siempre realizan, de una u
otra forma, una “pedagogía de la percepción”, como decía Deleuze con respecto
al cine. Pero además considero que ya no hay práctica artística o fílmica a la
altura de su tiempo que no esté necesariamente vinculada a procesos sociales de
transformación, en los cuales la dimensión de colaboración colectiva se
presenta como un dato fundamental, y la pedagogía como un elemento decisivo de
estas nuevas formas de colaboración. El arte y el cine más conscientes de sus
tareas actuales están necesariamente vinculados, me parece, a diversas funciones
pedagógicas. En esta situación contemporánea encuentro una prolongación muy
productiva (y una reformulación abierta) de las visiones de, por ejemplo,
Joseph Beuys: “todo el mundo es artista y todo arte es pedagogía”.